sábado, 24 de octubre de 2009




Apenas él le amalaba el noema, a ella se le agolpaba el clémiso y caían en hidromurias, en salvajes ambonios, en sustalos exasperantes. Cada vez que él procuraba relamar las incopelusas, se enredaba en un grimado quejumbroso y tenía que envulsionarse de cara al nóvalo, sintiendo cómo poco a poco las arnillas se espejunaban, se iban apeltronando, reduplimiento, hasta quedar tendido como el trimalciato de ergomania al que se le han dejado caer unas fílulasde cariaconcia. Y sin embargo era apenas el principio, proque en un momento dado ella se tordulaba los hurgalios, consintiendo en que él aproximara suavemente sus orfelunios.Apenas se entreplumaban, algo como un ulucordio los encrestoriaba, los extrayuxtaba y paramovía, de pronto era el clinón, a esterfurosa convulcante de las mátricas, la jadehollante embocapluvia del orgumio, los esproemios del merpasmo en una sobrehumítica agopausa. ¡Evohé! ¡Evohé! Volposados en la cresta del murelio, se sentían balparamar, perlinos y márulos. Temblaba el troc, se vencían las marioplumas, y todo se resolviraba en un profundo pínice, en nilamas de argutendidas gasas, en carinias casi cureles que los ordepenaban hasta el límite de las gunfias.

(Texto: "Rayuela". J.CORTAZAR)
(Imagen: Clockwisewitness)

3 comentarios:

  1. me encanta inventar palabras, como a girondo y cortazar

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  2. ey! que bien saber de ti!
    si si ya me ha contado mi padre que todos estais bien y que estás en inglaterra. Con lo bien que se esta en casa... y lo que nos gusta trotar por ahí eh.
    un beso!

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  3. Que genialidad de diccionario..
    :)

    Besitos

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