martes, 18 de enero de 2011


Amor diacrítico


Te pondré entre paréntesis para que no te escapes. Además, te pondré entre signos de interrogación para ver si resuelves, de una vez, tus problemas de identidad. Ahora que lo pienso mejor, te pondré en un anexo para matar tu orgullo o te pondré en una nota, a pie de página, para ningunearte. Te pondré bajo la custodia de las diéresis y bajo las uñas oblicuas de las tildes para que sientas el peso y la agudeza de su voz. Pero mejor, terminemos ya con este juego, te pondré una tachadura encima para anularte, un borrón, un garabato. ¿Ves? Ya no existes, te he borrado con la goma de borrar, he rascado la superficie del papel y ya no estás. Bueno, quizá no llegue tan lejos, pero sí te pondré en una nota marginal para que sepas de la marginación. Te pondré la Apostilla de la Haya, para que sepas cómo nos las gastamos los chupatintas. Pensándolo mejor, creo que te pondré in medias res, para que aprendas lo que es la vida o te pondré en un punto y final, para no verte más. Venga, va. Se acabó tanta tontería. Te escribiré con hache, para que sepas del silencio. Te pondré en medio de la nada, para que sepas lo que es la escritura. Pero no llores, por favor. Si no, me veré obligado a ponerte una barra pisana, para que resbalen tus lágrimas. No me gusta verte triste, sino juguetona. Te pondré en bastardilla, para ver cómo andas de cintura. Te escribiré con acento circunflejo, para que no te mojes cuando llueva. Te pondré en medio de un texto iluminado, para contemplar tu belleza. ¿Sigues llorando? No llores, te pondré junto a una metáfora sostenida, para que estés siempre perfumada.

Juan Yanes

No hay comentarios:

Publicar un comentario